Alguien
hunde hierros candentes
en
mi carne,
pero
no crea el grito.
Los
pedazos
vuelven a unirse.
Yo
los congrego
mi sangre embriaga.
Plumas
de alas negras
rozan mi cuerpo.
Le
dan primavera
a
mis células
abiertas.
Y
vuelvo a formar
el círculo
de la tortura
constante
de
estar vivo
(del
libro: La antesala del infierno)
Poeta,
escritor, docente
San
Josè de la Dormida (Còrdoba) Argentina
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